Si estás pensando en una reforma grande, la domótica puede ser el típico “extra” que te venden al final… o la pieza que hace que tu casa sea más cómoda, eficiente y fácil de vivir durante años. La diferencia está en planificarla como parte de la obra (cableado, cuadro, ubicaciones y escenas), no como gadgets sueltos. En Obrescat lo vemos cada semana en reformas integrales Barcelona: cuando se decide antes de cerrar rozas y techos, todo queda limpio, estable y sin inventos.

Antes de picar: lo que hay que decidir sí o sí
La primera decisión no es “qué app usar”, sino qué quieres automatizar de verdad: luz, clima, persianas, accesos o consumos. Luego lo aterrizamos en plano: puntos de luz, ubicaciones de sensores, motores de persiana, tomas de red y espacio para fuentes de alimentación. Esto se hace a la vez que definimos distribución de muebles, recorridos y hábitos: no es lo mismo una pareja que teletrabaja y cocina mucho, que una familia con niños que necesita pasillos “a prueba de tropiezos” por la noche.
En esta fase también se define la redistribución de tabiques si la hay, y es donde se ganan muchos “minutos de vida” a diario. Un ejemplo típico: mover una puerta 40 cm para que el sensor de presencia no se quede oculto tras una hoja abierta, o prever un punto de luz indirecta en el pasillo para que no te deslumbre cuando vas medio dormido. Son decisiones pequeñas, pero el resultado se nota todos los días.
Otro punto clave es reservar margen en el cuadro y ordenar circuitos. Cuando hay instalaciones eléctricas nuevas, es el momento perfecto para separar por zonas (día/noche), dejar líneas dedicadas para climatización o cocina y evitar que “todo cuelgue” del mismo automático. No es postureo: si un día falla algo, localizas y solucionas rápido, sin convertir la casa en una yincana.
Cable vs inalámbrico: una regla muy práctica
Nosotros solemos decirlo así: lo crítico (luz principal, persianas, clima) necesita una base robusta; lo secundario (sensores puntuales, enchufes medidores en zonas concretas) puede ser inalámbrico si la red está bien y el sistema está pensado con lógica. El objetivo no es tener “lo último”, sino un conjunto coherente que no dependa de que el router esté de buen humor.
Iluminación: donde más se nota (y donde más se mete la pata)
La iluminación inteligente funciona cuando está pensada como iluminación, no como domótica. Es decir: circuitos coherentes, puntos bien colocados, intensidades útiles y escenas que se usan de verdad. En pisos de Barcelona, con pasillos largos y estancias pequeñas, un buen planteamiento de iluminación técnica hace que el piso parezca más amplio y, sobre todo, más cómodo.
Lo que suele fallar: meter “bombillas inteligentes” y esperar magia. Si el circuito está mal pensado, acabarás con zonas oscuras, sombras raras y discusiones tipo “¿quién ha apagado esto?”. En cambio, si lo diseñamos desde obra, puedes tener un salón con luz general para limpiar, luz indirecta para tarde/noche y un punto de lectura que no moleste a quien está viendo la tele.
Escenas típicas que sí se usan:
- Llegar a casa: entrada + cocina suave, sin deslumbrar.
- Noche: pasillo y baño a baja intensidad para no despertarte del todo.
- Cine: salón indirecto y apagado de reflejos.
- Limpieza: todo a tope, sin rincones oscuros.
Y un detalle que marca la diferencia: pulsadores físicos siempre. La casa tiene que funcionar sin móvil, sin Wi-Fi y sin “¿quién ha tocado la app?”. La domótica buena es la que te ayuda sin obligarte a pensar.
Confort térmico y acústico: automatizar sin tapar problemas
El clima inteligente está muy bien, pero no hace milagros si la vivienda tiene pérdidas, corrientes o paredes frías. Por eso, cuando hablamos de confort, casi siempre lo unimos a mejoras de aislamiento térmico y acústico: ventanas, cajas de persiana, trasdosados puntuales en paredes conflictivas, sellados y puentes térmicos. Muchas veces, con un buen aislamiento y una gestión sencilla, el salto de confort es enorme sin gastar de más en “capas inteligentes”.
A partir de ahí, sí: automatizar clima es muy agradecido, sobre todo con horarios y modos fáciles. Lo que buscamos es estabilidad: que no tengas picos de frío/calor, que el dormitorio se sienta agradable por la noche y que el salón no te pida aire acondicionado a la mínima que da el sol.
En la práctica, la zonificación (por áreas o estancias) es lo que más compensa. En un piso donde se teletrabaja, por ejemplo, tiene sentido priorizar despacho/salón durante el día y dormitorios por la tarde-noche. En una vivienda para alquilar, solemos simplificar al máximo: modos claros, límites razonables y control intuitivo para evitar “toqueteos” que luego disparan el consumo.
Persianas, estores y control solar: el “lujo” que acaba siendo rutina
Las persianas motorizadas parecen capricho hasta que vives con ellas una semana. En pisos con orientación complicada (sol directo en salón o dormitorios), el control solar te mejora el confort y, de rebote, reduce el uso de aire acondicionado. Lo importante es hacerlo bien: motores silenciosos, grupos por zonas y escenas claras (mañana, siesta, noche).
Aquí la obra manda. Si ya tienes previstos falsos techos y pladur, es mucho más fácil dejar cableado, fuentes y registros integrados y accesibles, sin “cajas raras” a la vista. En fincas antiguas, por ejemplo, a veces toca pensar muy bien dónde se alojan las fuentes de alimentación o cómo se registran motores sin tener que desmontar media casa.

Otro consejo muy de día a día: define cortinas y muebles antes de cerrar decisiones. Una barra de cortina mal ubicada o un armario demasiado alto puede interferir con sensores o estores. Y vuelve a aplicar la misma regla: mando físico siempre, porque levantar persianas con un pulsador es más rápido que cualquier app.
Red y conectividad: si falla esto, falla todo
La domótica vive de una buena red. No hace falta montar un “data center”, pero sí un Wi-Fi bien planteado, con cobertura real y una configuración estable. En pisos alargados, con muros gruesos o con distribución en forma de “L”, es típico tener señal potente en el salón y un desastre en dormitorios. Y luego vienen los “a veces no responde” o “me falla el sensor del pasillo”.
Aquí la reforma ayuda muchísimo: cablear puntos estratégicos, ubicar el router donde toca y prever alimentación donde vayan puntos de acceso o repetidores. Un buen planteamiento evita saturar el Wi-Fi con demasiados dispositivos conectados a la vez y reduce cortes.
También conviene pensar dónde va “la electrónica”: un armario técnico, un mueble de entrada o un falso techo registrable. Lo importante es que sea accesible y ventilado. Si cada vez que hay que reiniciar algo tienes que vaciar un armario, el sistema se vuelve “molesto”, y eso mata cualquier ventaja.
Cocina, baños y zonas húmedas: donde lo inteligente es lo práctico
En cocina, lo que más se agradece es iluminación por escenas y enchufes bien pensados. Muchas veces el “smart” real es tener circuitos separados, una buena iluminación en encimera y una escena nocturna suave para no encender un foco que te deja cegado si te levantas a por agua.
En baños, lo útil suele ser: luz nocturna automática, extractor bien dimensionado y, si hay suelo radiante eléctrico, control por horarios. Aquí el truco está en que todo sea discreto: sensores que no se disparen con el vapor y temporizaciones bien ajustadas.
Y en zonas húmedas, la calidad de ejecución manda. Una fontanería completa bien hecha y accesible evita problemas futuros, y si además se añade detección de fugas en puntos críticos (bajo fregadero, lavadora, termo, etc.), ganas tranquilidad sin complicarte. Es el tipo de mejora que no se enseña en Instagram, pero cuando pasa algo, te salva el día.
Seguridad y accesos: tranquilidad sin montar una central
En seguridad, la regla es simple: lo básico bien. Un videoportero decente (buena cámara y audio claro), sensores de apertura en puntos clave y alguna detección interior bien colocada. Si vives en una finca con mucha rotación o recibes paquetes, el videoportero con acceso remoto es de lo más útil, y además te evita el “baja tú, que estoy trabajando”.
¿Cerradura inteligente? Puede ir muy bien en segundas residencias o alquiler temporal, pero siempre con plan B: llave tradicional y cilindro de calidad. La domótica no puede dejarte fuera por una batería. También ayuda mucho diseñar la experiencia: iluminación de entrada que se active al llegar, un modo “ausencia” que simule presencia y una lógica que no genere falsas alarmas.
En pisos con niños, por ejemplo, tener un “modo noche” que deja pasillos iluminados suavemente y activa ciertas alertas (sin volverse loco) aporta seguridad real, no solo sensación.
Permisos, vecinos y realidad de obra: lo que no sale en los vídeos
La domótica no vive aislada: vive en una obra con horarios, vecinos y normativa. Si vas a tocar fachada, elementos comunes, instalaciones comunitarias o cambios relevantes, puede que haya trámites, avisos o autorizaciones. Por eso, muchas veces la planificación incluye la tramitación de licencia de obra (según alcance) y una coordinación clara con la comunidad para evitar parones.
En fincas antiguas, esto es muy habitual: ascensores pequeños, descansillos estrechos, horarios de carga y descarga, protección de zonas comunes… Si todo eso está previsto, la obra fluye y la parte tecnológica entra sin fricción. Si no, el proyecto se llena de micro-retrasos: “hoy no se puede subir material”, “faltan permisos”, “no podemos cortar aquí”… y al final lo paga el calendario.
Aquí también entra la coordinación con gremios: electricista, climatización, carpintería, yesero… La domótica “bien” no es un gremio aparte: es una forma de coordinar decisiones para que todo encaje.
Presupuesto y fases: cómo priorizar para que no se dispare
La domótica no debería ir como un “pack misterioso”. Bien planteada, se reparte por partidas: electricidad, iluminación, climatización, persianas y telecomunicaciones. Por eso es importante priorizar por impacto real:
- Iluminación (escenas + sensores en puntos clave).
- Control solar (persianas/estores) y clima (según sistema).
- Seguridad y consumos (si encaja con tu estilo de vida).
Para que no se vaya de las manos, ayuda trabajar con presupuesto cerrado y con un calendario de obra realista: qué se instala en fase de rozas, qué se prueba antes de cerrar techos y qué se ajusta al final. Esto evita el clásico “ya lo configuraremos después” (y luego no se configura).
Además, hay una idea que repetimos mucho: deja preparada la casa para crecer. A veces el cliente empieza con iluminación y persianas, y al año quiere añadir clima por zonas o monitorización de consumos. Si la preinstalación está pensada, ampliar es fácil y no implica volver a abrir paredes.
En este otro artículo, te explicamos si realmente vale la pena invertir en reformas integrales en Barcelona este año.
Materiales y acabados: cuando “lo simple” funciona mejor
Aunque hablemos de tecnología, en una reforma la mayor parte del confort viene de materiales y remates bien resueltos. Si el suelo suena hueco, si las puertas rozan o si hay juntas mal rematadas, te da igual lo “smart” que sea la casa: la sensación global baja.
Por eso cuidamos mucho decisiones como pavimentos y revestimientos (durabilidad, mantenimiento, resistencia al uso real). En un piso de alquiler de larga duración, por ejemplo, priorizamos superficies fáciles de limpiar y resistentes a golpes y humedad. En una vivienda habitual, buscamos equilibrio: estética, tacto, acústica y mantenimiento.
Y en domótica pasa lo mismo: cuanto más discreto, mejor. Tiras LED bien integradas, perfiles correctos, registros accesibles, cableado ordenado y un sistema que no te obligue a “vivir con manual”.
Errores comunes que vemos (y cómo evitarlos sin dramas)
El error número uno: decidir la domótica cuando ya está todo cerrado. El dos: comprar dispositivos sueltos sin pensar en compatibilidad. El tres: no diseñar la experiencia diaria (pulsadores, escenas, lógica). Y el cuatro: no dejar accesos a fuentes o registros.
También es muy típico querer ahorrar en lo que no se ve… y acabar pagando más. Un ejemplo real: poner fuentes de alimentación escondidas sin registro “porque así queda limpio”. Queda limpio, sí, hasta que falla una fuente (porque todo falla alguna vez) y toca romper o desmontar media instalación para cambiarla. En cambio, un registro bien colocado y discreto te salva horas de mano de obra.

Otro fallo: saturar el Wi-Fi con demasiados dispositivos o colocar el router donde “cabe”, no donde debe. Y uno más: automatizaciones demasiado complejas. Si para encender una escena tienes que abrir dos apps y seleccionar tres modos, nadie la usa. Lo que funciona es lo simple: dos o tres escenas clave, sensores en sitios estratégicos y control manual siempre disponible.
Preguntas frecuentes sobre domótica en una reforma
¿Qué es lo primero que merece la pena automatizar?
La iluminación por escenas y sensores en zonas de paso. Es lo más “de uso diario” y se nota desde el primer día.
¿Hace falta hacerlo todo cableado?
No. Lo importante es que lo crítico sea estable y que el sistema tenga lógica. Lo secundario puede ser inalámbrico si la red está bien.
¿Se puede usar sin móvil ni asistentes de voz?
Sí. De hecho, lo ideal es tener pulsadores físicos y escenas simples para que cualquiera pueda usarlo.
¿Cuándo se decide la domótica dentro de la obra?
Antes de cerrar rozas, techos y cuadro eléctrico. Si se deja para el final, suben los costes y aparecen soluciones “a medias”.
¿Qué errores son más comunes?
Comprar dispositivos sueltos sin plan, no prever registros para fuentes/alimentación y montar automatizaciones demasiado complicadas que luego nadie usa.
{ «@context»: «https://schema.org», «@type»: «FAQPage», «mainEntity»: [ { «@type»: «Question», «name»: «¿Qué es lo primero que merece la pena automatizar?», «acceptedAnswer»: { «@type»: «Answer», «text»: «La iluminación por escenas y sensores en zonas de paso. Es lo más de uso diario y se nota desde el primer día.» } }, { «@type»: «Question», «name»: «¿Hace falta hacerlo todo cableado?», «acceptedAnswer»: { «@type»: «Answer», «text»: «No. Lo importante es que lo crítico sea estable y que el sistema tenga lógica. Lo secundario puede ser inalámbrico si la red está bien.» } }, { «@type»: «Question», «name»: «¿Se puede usar sin móvil ni asistentes de voz?», «acceptedAnswer»: { «@type»: «Answer», «text»: «Sí. Lo ideal es tener pulsadores físicos y escenas simples para que cualquier persona pueda usarlo sin depender del móvil.» } }, { «@type»: «Question», «name»: «¿Cuándo se decide la domótica dentro de la obra?», «acceptedAnswer»: { «@type»: «Answer», «text»: «Antes de cerrar rozas, techos y el cuadro eléctrico. Si se deja para el final, aumentan los costes y aparecen soluciones a medias.» } }, { «@type»: «Question», «name»: «¿Qué errores son más comunes?», «acceptedAnswer»: { «@type»: «Answer», «text»: «Comprar dispositivos sueltos sin plan, no prever registros para fuentes y alimentación, y montar automatizaciones demasiado complejas que luego nadie usa.» } } ] }