Si en casa notas corrientes, ruidos que antes “no estaban” o rincones fríos junto a las ventanas, casi siempre hay un culpable silencioso: la carpintería y cómo está montada. En Obrescat lo vemos mucho en viviendas con cierres antiguos, persianas con cajas sin aislar y vidrios que ya no responden a lo que hoy pedimos a un piso. Y sí: una intervención bien pensada en carpinterías puede cambiar la sensación térmica y el descanso sin necesidad de vivir con el termostato a tope. Si estás en pleno proceso de reformas Barcelona, esta parte merece atención de la buena, porque el confort se decide en detalles pequeños que luego se notan cada día.

Antes de elegir nada: identifica el problema real (y dónde se te escapa el confort)
El error más común es empezar por el catálogo. “Quiero ventanas nuevas” suena lógico, pero no siempre ataca el problema de raíz. A veces la queja principal es el frío en invierno; otras, el calor de tarde que te convierte el salón en un horno; y otras, el ruido constante que te impide descansar aunque tengas el piso limpio y bonito. Cada caso pide una combinación distinta de cierre, vidrio y ejecución.
Nosotros empezamos con preguntas muy simples: ¿se nota aire al pasar la mano cerca del marco? ¿la hoja vibra cuando sopla viento? ¿hay condensación en el borde inferior del vidrio? ¿el ruido viene “de arriba”, como desde el cajón? Con esas respuestas, normalmente ya sabemos si hay que priorizar hermeticidad, control solar, acústica o remates.
También importa el contexto del edificio. En fincas antiguas, los huecos pueden estar desalineados y el encuentro con pared puede tener capas y capas de obra previa. No es drama, pero obliga a medir bien y a planificar el remate, porque si se improvisa, lo que debería ser una mejora se convierte en una fuente de pequeñas molestias: una fisura aquí, un silbido allá, una junta que “se ve” y te fastidia cada vez que limpias.
Materiales con criterio: lo que aporta cada uno en una vivienda real
Hay tres familias típicas: PVC, aluminio y madera (y luego sistemas mixtos, que combinan lo mejor de varios mundos). El PVC suele funcionar muy bien a nivel térmico, y tiene una relación rendimiento/precio interesante si se elige un buen sistema de cierre y un perfil decente. El aluminio, por su parte, es resistente, estable y permite perfiles más finos, algo que se agradece cuando quieres ganar luz y una estética más contemporánea.
Ahora bien, cuando alguien nos pide aluminio porque “queda más moderno”, la pregunta inmediata es si ese aluminio lleva rotura de puente térmico. Si no la lleva (o la lleva mal resuelta), el marco se convierte en un puente de frío/calor, y eso se nota en condensaciones, sensación de pared fría y, en ocasiones, en moho en el perímetro si el piso es húmedo o se ventila poco.
La madera es fantástica en calidez y confort, pero exige mantenimiento y hay que escogerla con cabeza, especialmente si está expuesta a sol o lluvia. En balcones muy castigados, a veces preferimos un sistema mixto o un aluminio bien diseñado, para que el usuario no se coma el mantenimiento cada pocos años.
En resumen: el material importa, pero no manda solo. Lo que manda es el sistema completo (perfil + vidrio + cierre + instalación). Y ahí, más que “PVC vs aluminio”, la diferencia real suele estar entre una solución bien ejecutada y una que se queda a medias.
El vidrio: la mitad de la ventana que la gente subestima
Si te dijéramos dónde se gana el confort con más rapidez, te diríamos: en el vidrio y en la hermeticidad. El salto de un vidrio simple a un sistema moderno bien configurado suele ser el cambio más evidente, tanto en temperatura como en sensación de “casa protegida”. El clásico doble acristalamiento no es una palabra bonita: es una solución técnica que, si está bien elegida, reduce pérdidas energéticas y mejora la estabilidad térmica cerca del hueco.
Luego vienen los matices. Si el problema es calor por sol directo, se valora un control solar (sin oscurecer de más). Si el problema es frío, se prioriza baja emisividad para reducir pérdidas. Y si el problema es ruido, se entra en el mundo del laminado acústico y de composiciones asimétricas que rompen vibraciones. Aquí hay un punto clave: para acústica, no solo importa “más grosor”. Importa cómo está compuesto.
En obra real, lo que hacemos es balancear: no queremos una casa oscura por pasarnos con el control solar, ni queremos pagar un sobrecoste por prestaciones que no se van a notar en ese piso concreto. Por eso, si tu vivienda da a un patio interior tranquilo, no tiene sentido gastar como si vivieras en una avenida. Y si estás en una calle con tránsito, el vidrio “normal” puede ser una decepción aunque el marco sea nuevo.
Hermeticidad de verdad: cierre, juntas y el trabajo fino de los herrajes
Hay ventanas nuevas que siguen dejando pasar aire. Y casi siempre la explicación es la misma: la ventana no cierra con presión uniforme o la instalación dejó un punto débil. La hermeticidad es lo que elimina corrientes, reduce entrada de polvo y mejora también el ruido. Cuando una hoja cierra bien, la vivienda cambia de “se cuela el aire” a “el ambiente se mantiene”.
En esto influyen los herrajes, el tipo de apertura y la calidad de las juntas. Una hoja abatible bien ajustada suele ofrecer un cierre muy eficiente. Las correderas son comodísimas, pero si buscas máximo confort, hay que elegir sistemas que realmente sellen y no se queden en “correr y ya”. En balconeras grandes, el peso y el uso diario importan: si el herraje es flojo, con el tiempo aparecen desajustes, y vuelven los problemas.
Aquí también entra la microventilación: es útil, pero no es la solución mágica. Si el piso tiene problemas de humedad, conviene pensar en ventilación de forma global, no “dejar una rendija siempre” y ya. La ventana debe cerrar bien. Y luego, la casa debe ventilarse bien.
Cuando hacemos seguimiento tras una obra, una buena señal es que el cliente deja de hablar de “ruidos raros” y de “aire” y empieza a hablar de comodidad. Eso suele ocurrir cuando el cierre y las juntas están bien planteados, y cuando la instalación ha respetado el nivel y el aplome de cada hoja.
Instalación y remates: donde se decide si la mejora dura años o meses
Te lo decimos como técnicos: puedes comprar un sistema excelente y que rinda como uno mediocre si el montaje es flojo. La instalación es el 50% del éxito. Medir bien, fijar bien y sellar bien. Y sellar no es “poner silicona”. Es resolver el encuentro interior y exterior de forma que no haya filtraciones, no haya puentes térmicos y el remate sea duradero.
Aquí aparece el sellado perimetral, que es uno de esos conceptos que no se ven en una foto bonita, pero que se notan cada día. Si el sellado está mal, el aire se cuela por microfisuras, el ruido encuentra camino y, en días de lluvia o viento, aparecen sorpresas. Además, un mal sellado suele obligar a repasar pintura o a “parchear” juntas con el tiempo, que es justo lo que nadie quiere después de invertir en carpinterías.
Los remates también tienen su ciencia: tapajuntas, encuentros con yeso o pladur, estado del alféizar, vierteaguas, y cómo se resuelve la unión con la fachada. En edificios antiguos, los muros pueden tener irregularidades y eso obliga a trabajar con calma. Nosotros preferimos hacerlo así: primero garantizar estanqueidad y rendimiento, y luego dejarlo fino estéticamente. Lo contrario (dejarlo “bonito” sin garantizar estanqueidad) es pan para hoy y problemas para mañana.
Persiana y caja: el coladero clásico que te arruina el resultado
Hay un punto débil que se repite en muchísimos pisos: el cajón de persiana. Si está mal aislado, es como tener un agujero camuflado. Puedes poner una ventana nueva y seguir oyendo la calle, o seguir notando frío justo encima del hueco. En algunos casos, el cliente cree que “la ventana no ha funcionado”, y en realidad lo que falla es la caja y las guías.
Por eso, cuando planteamos carpinterías, miramos si hay persiana, en qué estado está, si hay holguras en guías, y cómo está construida la caja. Hay soluciones para aislar cajas existentes, sustituirlas o plantear sistemas más eficientes. La decisión depende del estado actual y del objetivo: no siempre hay que cambiarlo todo, pero sí hay que tratarlo.

Este punto es especialmente importante en dormitorios. El dormitorio necesita silencio y estabilidad térmica. Si la persiana es un coladero, el descanso se resiente. En salones, se nota también, pero lo toleras más. En dormitorios, no.
Otro detalle: hay cajas que vibran. Ese “traqueteo” con viento es desesperante y no se arregla con cambiar el vidrio. Se arregla resolviendo la caja y su fijación, y asegurando que todo el conjunto trabaja como un sistema.
Acústico y térmico: se parecen, pero no se ganan con la misma receta
A veces el cliente nos pide “aislamiento” y, cuando rascas un poco, lo que quiere es silencio. O al revés: quiere temperatura estable, pero menciona ruido porque lo tiene normalizado. Por eso conviene separar objetivos. El aislamiento térmico se nota en que la temperatura deja de caer cerca de las ventanas, en que desaparece la pared “helada” y en que el aire acondicionado o la calefacción trabajan menos. También se nota en una sensación menos “seca” o menos “cortante” en invierno, porque no tienes corrientes.
El aislamiento acústico, en cambio, se nota en el estrés diario. Menos motos, menos conversaciones, menos portazos, menos vida ajena entrando en tu salón. Y aquí hay una regla muy práctica: el ruido entra por donde puede, no por donde tú quieres. Si hay un punto débil (una junta, una caja, un encuentro mal sellado), el ruido lo encuentra.
Por eso, en acústica, no basta con poner vidrio “bueno”. Hay que garantizar hermeticidad, tratar la persiana si existe y montar con precisión. Incluso detalles como el tipo de apertura o el ajuste del herraje influyen más de lo que parece. En pisos a calle, una solución acústica bien planteada puede cambiar la forma de vivir la casa. No es exageración: lo vemos cada semana.
Cómo comparar propuestas sin caer en “ventana barata, obra cara”
Comparar presupuestos de carpinterías es un deporte de riesgo si no te dan detalle. Dos ofertas pueden parecer iguales y no serlo en absoluto. Nosotros recomendamos pedir que se especifique: perfil, vidrio, tipo de apertura, tratamiento de persiana/caja, retirada de la carpintería existente, remates y garantías. Si te lo dan “genérico”, no puedes comparar.
Aquí es donde un presupuesto desglosado marca la diferencia. Si está bien hecho, ves qué se paga y qué se hace. Si no lo está, te enteras de los “extras” cuando ya has empezado. Y la carpintería es una partida donde los extras son fáciles: remates, albañilería, repasos, ajustes, solución de encuentros con pared… todo eso existe aunque no salga en una foto.
Para entenderlo rápido, a nosotros nos gusta organizarlo por partidas de obra. Así es más transparente: carpintería, instalación, sellados, remates, persianas, retirada y gestión de residuos. Cuando está claro, las decisiones son mejores.
En este otro artículo te explicamos cómo calcular un presupuesto de reforma para comparar de verdad y evitar sorpresas (te irá perfecto si estás pidiendo varias propuestas y quieres leerlas como un pro sin volverte loco).
Coordinación con el resto de la obra: el orden que evita repasos y disgustos
Una carpintería bien elegida puede quedar “regular” si se coloca en mal momento. El orden importa. Si vas a cambiar suelos, pintar, tocar tabiques o renovar instalaciones, hay que coordinar para no duplicar trabajos. Por ejemplo: si colocas carpinterías y luego haces rozas, puedes llenarlas de polvo y obligarte a proteger y limpiar; si pintas y luego cambias ventanas, puede que tengas que repasar perímetros. Parece pequeño, pero en obra suma.
También influye si vas a modificar distribución. Si vas a abrir huecos nuevos, cambiar medidas o convertir una ventana en balconera, entran en juego permisos, estructura y coordinación con gremios. Ahí aparecen las instalaciones (electricidad, climatización, puntos de luz), los encuentros con techos falsos, y la necesidad de que todo quede integrado.
Y un punto muy real: la comunidad de vecinos. En edificios, a veces hay criterios estéticos de fachada o normas sobre persianas y colores. Conviene revisarlo antes para no encontrarte con un “esto no se puede” cuando ya has elegido acabados. Nosotros solemos avisarlo desde el principio, porque preferimos un plan viable a un plan bonito imposible.
Por último, el acceso. En fincas sin ascensor, subir y bajar materiales influye en tiempos y logística. No es para asustar, es para planificar bien y que el trabajo se haga sin improvisación.
El éxito es que dejes de pensar en tus ventanas
Cuando las carpinterías están bien planteadas, pasa algo muy bueno: te olvidas. No hay corrientes, no hay ruidos raros, no hay condensaciones inesperadas, y la casa se siente estable. Ese es el objetivo real, más allá de la estética. Y se consigue con una receta sencilla, pero exigente: escoger bien el conjunto, tratar los puntos débiles (especialmente persianas y encuentros) y ejecutar la instalación con detalle.
Si tu idea es ganar confort y de paso mejorar eficiencia, el enfoque correcto es técnico y práctico, no solo “me gustan estos perfiles”. En Obrescat lo trabajamos así: diagnosticamos, definimos solución y cuidamos montaje y remates para que el resultado sea real y dure años. Y cuando el cliente nos dice “ya no oigo la calle” o “ya no siento ese frío al lado de la ventana”, sabemos que hemos acertado.

A veces, con una buena carpintería de aluminio (bien resuelta) y un vidrio correcto, el cambio es brutal. Otras, con PVC de calidad y buen montaje, se logra un confort increíble sin disparar el presupuesto. Lo importante es lo de siempre en obra: decisiones con criterio, ejecución fina y cero prisas en lo que luego se nota cada día.
Preguntas frecuentes sobre carpinterías y aislamiento
1) ¿Qué es la rotura de puente térmico y por qué importa?
Es una “barrera” dentro del perfil (sobre todo en aluminio) que reduce el paso de frío/calor. Ayuda a evitar sensación de marco helado y condensaciones.
2) ¿Basta con cambiar el vidrio para notar mejora?
A veces sí, pero si hay holguras, juntas gastadas o una caja de persiana mal aislada, el cambio se queda corto. El confort depende del conjunto.
3) ¿Cómo sé si la persiana es el punto débil?
Si notas frío o ruido “desde arriba” del hueco, vibraciones con viento o una tapa que no ajusta, la caja suele ser el problema.
4) ¿Qué tipo de apertura suele aislar mejor?
Las abatibles/oscilo-batientes suelen sellar muy bien. Las correderas son cómodas, pero conviene elegir sistemas con buen cierre si buscas máxima hermeticidad.
5) ¿Qué debería incluir un presupuesto para comparar bien?
Detalle de perfil, vidrio, tipo de apertura, tratamiento de persiana, retirada, instalación, sellados, remates y garantías. Lo genérico no sirve para comparar.